Al taller puede concurrir cualquier persona. No es necesario contar con un título o conocimientos previos. Es gratuito y solo deben abonarse $150 pesos anuales correspondientes al seguro universitario (se paga por única vez). Tampoco hay límites en cuanto a la edad.
Entre los asistentes se encuentra Elizabeth Lazarte, de 26 años, profesora de pintura que desde hace dos años asiste permanentemente a las clases. Otro de los alumnos es Miguel González, de 81. Él dibuja desde niño, pero recién cuando se jubiló pudo disponer del tiempo necesario para dedicarse a la animación.
"Empecé hace 15 años. Lo cierto es que esto es un viejo sueño. De pequeño solía dibujar en las esquinas de los libros y luego corría las hojas para obtener la sensación de movimiento. Ya entonces ansiaba contar una historia con dibujos bien hechos, de verdad, a través de una pantalla", reveló. El sueño de don Miguel se concretó cuando pudo realizar su cortometraje "El perseguido", de casi 10 minutos de duración y que requirió más de 2.700 dibujos.
La historieta y el stop motion ya no suenan como palabras extrañas. "Cada vez hay más gente trabajando en esto. Nosotros nos sentimos los pioneros, ya que el taller tiene una larga trayectoria. Somos como la escuelita de dibujos animados de Tucumán", explica Fabián Castro.
Estos espacios son de un gran valor cultural. Quien está relacionado con la animación reconoce el valor del Taller Cerebro y su participación como formador de especialistas a lo largo de 30 años. Crear, realizar, promover, producir y difundir son los objetivos de docentes y alumnos. Con mucho esfuerzo y a pulmón los están cumpliendo.